EL PUNTO ROJO (según una idea original de Pedro Díaz)

Un poco después de comenzar a producirse el fenómeno comenzó también el debate sobre su origen. Una parte de los ciudadanos conjeturaba sobre una trama gubernamental para establecer un control sobre la población; otra decía tratarse de una reacción circunstancial. Pero, puesto que el origen de los acontecimientos había sido provocado —como se concluyó tras la investigación— mucho antes, la tendencia mayoritaria fue creer en la fatalidad. Fue el investigador De Torres quien estableció el origen de aquella reacción química en el paso de la famosa vacuna triple vírica a la cuádruple al agregar a aquella, cuando fue descubierta, la protección contra el virus del sida. Finalmente se hicieron las pruebas en animales, como es costumbre desde tiempos remotos, y se comprobó que la reacción se producía, principalmente, al mezclarse el antígeno Marxs-B2 contra el virus del sida con la producción espontánea de oxitocina en grandes cantidades. Lo cierto es que una pequeña glándula, descubierta a partir de las primeras reacciones en adultos, situada en la frente, algo más arriba de la nariz, se inflamaba enormemente al producir oxitocina, y dicha inflamación enrojecía esa parte de la frente, lo que mostraba un redondo punto rojo. Esta reacción duraba aproximadamente veinticuatro horas, momento tras el cual volvía a su tamaño original, apenas perceptible con un microscopio de quinientos aumentos, y perdía el tono rojizo, quedando la frente completamente restablecida, sin señales ni signos que denotaran una presencia anterior.

Poco después, el descubrimiento de su origen dio lugar a las suposiciones, de tal modo que, puesto que cuando una persona había producido oxitocina en cantidades suficientes aparecía aquel punto rojo, cualquiera podía saber si alguien había producido esa hormona en las últimas veinticuatro horas con solo mirarle la frente. Puesto que la oxitocina es una hormona que se produce únicamente en un entorno sexual, podía deducirse fácilmente que cualquier persona con un punto rojo en la frente había tenido relaciones sexuales en las últimas veinticuatro horas, salvo las madres recientes, pues ellas llevaban ese punto rojo durante toda la lactancia, ya que el contacto del bebé con el pezón materno también desencadenaba la producción de esta hormona.

La consecuente reacción inicial de la población fue taparse la frente, puesto que de este modo se evitaban las bromas, las indagaciones, los celos, envidias, reprimendas, decepciones, ilusiones, petulancias, etc. Esto provocó una nueva moda de cintas, gorras, sombreros, pañuelos o diademas que escondían la evidencia a los demás, lo que generó una nueva parte íntima del cuerpo: el punto rojo, también conocido como “glándula de Rensel” o sencillamente “rensel”, nombre heredado del de su descubridor.

Las parejas tuvieron que inventar nuevas formas de infidelidad, de tal modo que para poder tener relaciones sexuales con sus amantes tuvieron que mantener, en el mismo día, esas mismas relaciones con sus esposos, lo que primero provocó una lluvia de apasionados orgasmos matinales, seguida de una segunda lluvia de orgasmos nocturnos, entre las que se intercalaba el orgasmo más buscado, el orgasmo infiel, el orgasmo prohibido.  Los esposos celosos, para evitar esta actitud de insaciable deseo sexual, por otra parte tan sospechosa, comenzaron a castigar a sus esposas con la abstinencia, lo que hacía que ellas a su vez se vieran obligadas a castigar a sus amantes y ellos a su vez, al perder la necesidad de justificarse, castigaran a las suyas, lo que provocó una segunda ola de sequía sexual tan atroz que en las ciudades se formó un enorme silencio de suspiros y gritos de placer, únicamente interrumpido por el llanto de los amantes desesperados. Un grupo de célibes miembros de una comunidad religiosa comenzó a quitarse el sombrero, no precisamente para expresar admiración, ni por elegancia, ni siquiera por reverencia divina, sino para demostrar su inflexible respeto a las reglas de su comunidad. A continuación todos los que no tenían punto rojo en su frente comenzaron a despojarse de la prenda, de modo que esta dejó de tener sentido, puesto que era lo mismo taparse que descubrirse, dado que las personas tapadas eran, supuestamente, quienes tenían el “rensel” en su frente. Sin embargo, esto no era realmente así, pues había personas que se dejaban puesta la prenda para aparentar tener ese punto rojo, sin tenerlo realmente, para evitar la burla, el bochorno, el rechazo, la soledad. Esto empujó a los que sí lo tenían a descubrirlo, ante la indignación popular, pues aquel punto rojo se había convertido, con el tiempo, en algo tan pudoroso como un pecho de mujer o un pene masculino.

Fue el propio De Torres quien abrió una clínica en la que se extirpaba, sin dejar marcas, la glándula de sus pacientes, cuya utilidad nunca llegó a establecerse, acabando finalmente con el problema, no sin ciertos conflictos, tanto con las autoridades como con las parejas: el divorcio aumentó ese año en un ciento sesenta por ciento.

Esta mañana se ha comunicado la desaparición definitiva del virus del sida en el mundo. A partir de mañana no será necesario vacunar a los niños con la cuádruple vírica, por lo que se volverá a inyectar la triple. Eso erradicará, en consecuencia, el famoso punto rojo del planeta.

Aún hay personas que tienen el punto rojo en su frente; por discreción y respeto a los demás se lo tapan con una bonita cinta de color o un gorro. En el verano lo sustituyen por lindos abalorios y joyas que se adhieren fácilmente a la frente y resisten la humedad y el calor. Cuando pasan por la calle todo el mundo las mira.

Madeleine se mira al espejo y sonríe. Entre las prostitutas es todo un símbolo de calidad.

De Torres fue asesinado ayer en la puerta de su clínica de un tiro en la frente. Irónicamente, la marca del disparo en la frente del cadáver no era otra cosa que un punto rojo.

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