CAMBIO DE MATIZ (desde una frase de Jonathan Swift)

Me subí a una altura y, mirando hacia el mar en todas direcciones, me pareció ver una pequeña isla al Nordeste. De modo que aquel pequeño islote no era la única tierra que había por allí, pensé. Y decidí armar una balsa que me llevara hasta aquella isla, por si fuese mayor que mi improvisado hogar. Mi imaginación comenzó a trabajar sin mi permiso imaginando frutas exóticas, animales comestibles –monos, jabalíes, aves- y otras exquisiteces que quizá encontraría en lugar de mi único alimento en los últimos meses: peces que los primeros días pude asar y que después, falto de gas y de fuerzas, acabé devorando crudos cuando apenas acababan de arrojar su último estertor.

Después de tres días de duro trabajo logré terminar una balsa aceptable que me permitiría flotar hasta aquella isla. Cuando a duras penas llegué hasta la playa y logré empujar la balsa hacia el agua miré de nuevo hacia allí y no vi nada. “Qué diablos, pensé, seguramente no la veo porque estoy en la playa” y me lancé al agua.

No sospeché que podía ser una isla demasiado pequeña; no mantuve la prudencia de lo malo conocido; no pensé que pudiera ser peor. Mi imaginación siempre se inclina a mi favor. De modo que ahora estoy aquí, donde no hay peces y por supuesto tampoco frutas exóticas ni animales de ningún tipo, salvo insectos. Y ahora mismo no veo mi islote y no recuerdo exactamente en qué dirección estaba, por lo que me resulta demasiado arriesgado volver. De pronto toda la prudencia de la que carecí cuando vine hacia aquí ha invadido mis pensamientos. Llevo tres días comiendo escarabajos; los dos primeros los pasé vomitándolos, pero parece que el tercer día mi cuerpo por fin ha decidido nutrirse de ellos. Quizá consiga seguir vivo hasta que por casualidad alguien pase por aquí de camino hacia el infierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario